CÓRDOBA
CONSQUISTADORA
Córdoba
consquistadora
de
sus consquistadores,
mira
como los enamorastes,
pues
fuiste tan deseada,
que
cuando de tí, se fueron
dejaron
lo mejor de sí mismo,
para
que tú los recordaras.
Así,
los romanos te hicieron
Patricia
de Hispania.
Los
Califas te hicieron
la
más grande del mundo
con
su Mezquita
y
su Medina Azahara.
Córdoba
cuando salgo a pasear,
por
sus calles y sus plazuelas,
y
la noche me cubre,
con
su manto de embrujo,
no
lo puedo remediar:
Se
mire donde se mire,
me
enamoras más y más.
Por
esa Calleja del Pañuelo,
que
buena para enamorar.
Como
dijo aquel poeta,
tu
no eres una calleja.
Tu
eres una herida honda de cal.
Y
ese rio Guadalquivir,
cuando
la Mezquita le canta,
que
feliz me hace la luna,
cuando
se acuesta en mi cama.
´Córdoba
tú eres un dulce manjar,
pa´
los ojos de un poeta.
Que
se sienta cordobés,
y
que te quiera cantar.
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A
MANUEL BENITEZ CARRASCO
Como
admiro yo al poeta,
que
sabe poner las palabras,
en
su situación correcta.
Que
sabe como poner la sal,
para
que se sepa solubre.
Cómo
poner azúcar,
para
que se sepa dulce.
Como
poner amor,
para
que te enamores.
Que
parezca dolor,
y
te duela.
Que
parezca risa,
y
que te alegre.
Que
parezca nieve,
y
sientas frío.
Que
pongas sol,
y
te caliente.
Que
te hiera,
sin
herirte.
Que
te acaricie,
sin
tocarte.
Que
te da la vida,
sin
parirte.
Que
te la quita,
sin
matarte.
Que
sabe poner los sueños,
y
no, para que te duermas.
Sino
para que sueñes con él.
En
los sueños de las letras.
Como
admiro yo al poeta,
que
sabe poner las palabras,
en
su situación correcta.
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ARROYO
DE MATAPUERCAS
No
sé quien te ha bautizado:
Arroyo
Matapuercas.
Pero
es mi desgracias,
pa´
ponerte a tí ese nombre.
Tiene
que ser ciego y sordo,
y
de sentíos, mutilao.
Quieras
para él, lo hermoso.
Sea
un buen estercolero.
O
una sajurda quieras,
y
a tí, te tienen mis ojos
cono
ese paraíso,
que
Dios me quiso enseñar.
Paseando
por tus orillas
pude
comprender,
que
yo estaba profanando,
un
bello vergel.
Pues
en tus blancas arenas,
huellas
puedes ver.
De
aves, ciervos y un lince.
O
quieras un gato montés.
Cautivao
por tu belleza,
un
ratillo me quedé.
Porque
un paisaje así,
ni
en mis sueños, pude ver.
Y
a ese puente que tú tienes,
embrujao,
con tu cantar.
Yo
te he hecho un monumento,
se
lo puedes preguntar.
Que
el nombre de Matapuercas,
he
borrao de mi memoria,
como
me has dejao prendao.
Yo
te he bautizado,
como
el arroyo de la gloria.
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EL
SABER SENTIR
Hay
cosas que se sienten,
si
se saben sentir.
Como
que te canten tus pasos.
Los
ecos de las callejas,
de
esa Córdoba mora.
Cuando
de noche
por
ellas, vas a pasear.
Con
tu capa, tu sombrero,
y
tu cintura acompañá.
Por
eso, son cosas que se sienten,
si
se saben sentir.
Y
a quien no sabe sentir,
no
se pueden contar.
Pero
mi amigo Manuel
vino
a contármelas a mí.
Porque
sabe que esas cosas,
yo
también la sé sentir.
Porque
somos de esa raza,
que
sabemos apreciar.
El
llanto de una venencia,
la
risa de una campana.
O
de un arroyo, el cantar,
o
como te he dicho antes,
los
ecos de los tacones
en
una calleja moruna
en
una noche eterna.
Donde
se pueden ver los duendes
de
aquellos Califas moros,
los
que saben escuchar.
Por
eso, son cosas que se sienten,
si
se saben sentir.
Y
a quien no saben sentir,
no
se le pueden contar.
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MENTES
COMUNALES
Al
pasear por tu suelo,
por
tus montes y arroyuelos,
fue
un lujo ´pa` mis sentidos.
Me
senté como un amante,
en
los brazos de su amada.
cuando
alcanza el delirio.
Que
no tendrán tus colores,
tus
aromas y sensaciones.
Que
encendieron mis pasiones,
y
en un arroyo de ensueño,
apagué
mi calentura,
bebiéndome
su canción.
Aunque
llevo en mi mano,
el
dulce calor,
de
más de treinta y tres años,
de
un hermoso amor.
Borracho
de su hermosura,
me
dejé llevar,
cuando
me acarició el agua,
y
me dijo en su cantar.
Si
me bebes de mí, te enamoras.
Si
no bebes de mí, también.
Lo
leo en tus sentimientos,
pues
los llevas a flor de piel.
Y
como sé que tu me quieres,
yo
te tengo que ofrecer.
El
regateo de mi arena,
en
las millas del querer.
Échate
tú, en mi playiita.
Y
mira en mis adentros.
Si
eres el cielo “reflejao”,
ese
el que te enamoró,
con
esta gloria que te ofrezco.
POEMAS DE JUAN
ARIZA